LA BIBLIA 

La palabra “Biblia” se deriva, a través del latín, de la voz griega bi·blí·a, que significa “libritos”. Esta palabra, a su vez, proviene de bi·blos, término que hace referencia a la parte interior de la planta del papiro, de la que se hacía un papel primitivo. Los griegos llamaron “Biblos” a la ciudad fenicia de Gebal, famosa por su fabricación de papel de papiro. Con el tiempo, bi·blí·a llegó a significar un conjunto de escritos, rollos o libros, y, por fin, la colección de pequeños libros que compone la Biblia. Jerónimo llamó a esta colección Bibliotheca Divina. Jesús y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas se refirieron a la colección de escritos sagrados como “Escrituras” o “las santas Escrituras”, “los santos escritos”. (Mt 21:42; Mr 14:49; Lu 24:32; Jn 5:39; Hch 18:24; Ro 1:2; 15:4; 2Ti 3:15, 16.) Esta colección es la expresión escrita de un Dios que se comunica con sus criaturas, la Palabra de Dios, como lo ponen de relieve las siguientes frases bíblicas: “expresión de la boca de Jehová” (Dt 8:3), “dichos de Jehová” (Jos 24:27), “mandamientos de Jehová” (Esd 7:11), “ley de Jehová”, “recordatorio de Jehová”, “órdenes de Jehová” (Sl 19:7, 8), “palabra de Jehová” (Isa 38:4; 1Te 4:15) y ‘expresión de Jehová’ (Mt 4:4). En repetidas ocasiones se dice que estos escritos son las “sagradas declaraciones formales de Dios”. (Ro 3:2; Hch 7:38; Heb 5:12; 1Pe 4:11.)
LIBROS ANTIGUO TESTAMENTO
LA Santa Biblia es el “libro de mayor venta” del mundo. Ha penetrado en todo país sobre la faz de la Tierra y personas de todas las razas la leen. Entera o en parte, la Biblia está disponible hoy día en más de 1.575 lenguajes. Según la división más común de los sesenta y seis libros de la Biblia, más de la mitad de ellos componen lo que se llama el “Antiguo Testamento.” Esta colección de escritos bíblicos, producidos en hebreo y arameo, se completó unos 443 años antes de la era común. 
NUEVO TESTAMENTO
En cuanto a las Escrituras Griegas Cristianas, el “Nuevo Testamento”, la situación es diferente. Manuscritos del libro de Revelación o Apocalipsis (el último libro de la Biblia) tienen el nombre de Dios en su forma abreviada, “Yah” o “Jah” (en la palabra “Aleluya”). Pero, aparte de eso, ningún manuscrito griego antiguo que poseemos hoy de los libros desde Mateo hasta Revelación contiene el nombre de Dios en pleno.  
LOS NEFILIM
Transliteración de la palabra hebrea nefi·lím, que está en plural las tres veces que aparece en la Biblia. (Gé 6:4; Nú 13:33 [dos ocasiones].) Seguramente proviene de la forma causativa del verbo hebreo na·fál (caer), que se emplea, por ejemplo, en 2 Reyes 3:19; 19:7.
El relato de la Biblia que explica que Dios desaprobó a la sociedad humana en los días de Noé antes del Diluvio, dice que “los hijos del Dios verdadero” tomaron para sí esposas de entre las atractivas hijas de los hombres. Luego menciona la presencia de los “nefilim”: “Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos del Dios verdadero continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos [heb. hag·guib·bo·rím] que eran de la antigüedad, los hombres de fama.
 
MOISES [es decir, salvado del agua]).
“Hombre del Dios verdadero” que fue caudillo de la nación de Israel, mediador del pacto de la Ley, profeta, juez, comandante, historiador y escritor. (Esd 3:2.) Nació en Egipto en el año 1593 a. E.C. Fue hijo de Amram, nieto de Qohat y bisnieto de Leví. Su madre Jokébed era hermana de Qohat. Moisés tenía tres años menos que su hermano Aarón, mientras que su hermana Míriam era unos cuantos años mayor que ellos. (Éx 6:16, 18, 20; 2:7.)
Moisés era un niño “divinamente hermoso” que se salvó del genocidio que decretó Faraón cuando ordenó la muerte de todo varón hebreo recién nacido. Su madre lo tuvo escondido durante tres meses y luego lo colocó en un arca de papiro y lo dejó en el río Nilo, donde lo encontró la hija de Faraón. Gracias al ingenio de la madre y la hermana de Moisés, su propia madre consiguió criarlo y educarlo debido a que la tomó a su servicio la hija de Faraón, quien adoptó al niño como si fuese suyo. Como miembro de la casa de Faraón, se le ‘instruyó en toda la sabiduría de los egipcios’ y se hizo “poderoso en sus palabras y hechos”, expresión que probablemente se refiriese tanto a sus facultades mentales como físicas. (Éx 2:1-10; Hch 7:20-22.)
A pesar de esa posición favorecida y de las oportunidades que se le ofrecían en Egipto, Moisés se sentía ligado al pueblo de Dios, que entonces estaba en esclavitud. De hecho, esperaba que Dios se valiese de él para liberarlo. A los cuarenta años, mientras observaba las cargas que llevaban sus hermanos hebreos, vio a un egipcio golpear a un hebreo. En un intento por defender al israelita, mató al egipcio, y luego lo escondió en la arena. En ese preciso momento tomó la decisión más importante de su vida: “Por fe Moisés, ya crecido, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado”. De este modo rechazó el honor y los bienes materiales de que pudiera haber disfrutado como miembro de la casa del poderoso Faraón. (Heb 11:24, 25.)