Cuarto periodo

RESURRECCION

La palabra griega a·ná·sta·sis, que significa literalmente “levantamiento; alzamiento”, se emplea con frecuencia en las Escrituras Griegas Cristianas para referirse a la resurrección de los muertos. El apóstol Pablo citó unas palabras de las Escrituras Hebreas —Oseas 13:14— que indican que se abolirá la muerte y se dejará sin poder al Seol (heb. scheʼóhl; gr. hái·dēs). (1Co 15:54, 55.) Algunas versiones traducen el término scheʼóhl por “sepultura” y “hoyo”. Las Escrituras dicen que es el lugar adonde van los muertos. (Gé 37:35; 1Re 2:6; Ec 9:10.) Los usos de este término en las Escrituras Hebreas y los de su equivalente hái·dēs en las Escrituras Griegas Cristianas muestran que no se refiere a una sepultura individual, sino a la sepultura común de toda la humanidad.

Por medio de Jesucristo. Lo expuesto indica que en las Escrituras Hebreas aparece la enseñanza de la resurrección. Sin embargo, quedó en manos de Jesucristo el “[arrojar] luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas”. (2Ti 1:10.) Jesús dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.) Por medio de las buenas nuevas acerca de Jesucristo, se aclaró cómo vendría la vida eterna y, más aún, cómo recibirían algunos incorrupción. El apóstol afirma que la resurrección es una esperanza segura, y arguye: “Ahora bien, si de Cristo se está predicando que él ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de los muertos? Realmente, si no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo. Pero si Cristo no ha sido levantado, nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano. Además, también se nos halla falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra Dios de que él levantó al Cristo, pero a quien no levantó si los muertos verdaderamente no han de ser levantados. [...] Además, si Cristo no ha sido levantado, la fe de ustedes es inútil; todavía están en sus pecados. [...] Sin embargo, ahora Cristo ha sido levantado de entre los muertos, las primicias de los que se han dormido en la muerte. Pues, dado que la muerte es mediante un hombre, la resurrección de los muertos también es mediante un hombre”. (1Co 15:12-21.)

SALOMON

Hijo del rey David, del linaje de Judá. Rey de Israel desde 1037 hasta 998 a. E.C. Después de referir la muerte del hijo que le había nacido a David como fruto de sus relaciones ilícitas con Bat-seba, el registro bíblico añade: “Y David empezó a consolar a Bat-seba su esposa. Además, fue a ella y se acostó con ella. Andando el tiempo ella dio a luz un hijo, y llegó a llamársele por nombre Salomón. Y Jehová mismo sí lo amó. De modo que él envió por medio de Natán el profeta y lo llamó por nombre Jedidías, por causa de Jehová”. (2Sa 12:24, 25.) Salomón tuvo después tres hermanos carnales, hijos de David y Bat-seba: Simeá, Sobab y Natán. (1Cr 3:5.)

La promesa de Jehová a David. Antes del nacimiento de Salomón, Jehová le había asegurado a David que le nacería un hijo, llamado Salomón, que edificaría una casa para Su nombre. Al parecer, el nombre Jedidías (que significa “Amado de Jah”) le indicaría a David que entonces Jehová había bendecido su matrimonio con Bat-seba, y que por ello aprobaba el fruto de ese matrimonio. No obstante, al niño no se le conoció comúnmente por este nombre. El nombre Salomón (de una raíz que significa “paz”) sin duda guardaba relación con el pacto que Jehová había hecho con David, según el cual, este no realizaría el deseo de su corazón de edificar la casa para Jehová, ya que era un hombre que había derramado mucha sangre en la guerra. (1Cr 22:6-10.) Eso no significaba que las guerras de David fuesen incorrectas. Lo que sucedía era que tanto la naturaleza como el objetivo del reino típico de Jehová eran esencialmente pacíficos; sus guerras cumplían el propósito de eliminar la iniquidad y a los que se oponían a la soberanía de Jehová, extender el dominio de Israel hasta los límites que Dios había trazado y establecer la justicia y la paz. Las guerras de David lograron estos objetivos para Israel. El reinado de Salomón fue esencialmente pacífico.