MOISES Y LA LIBERACION DEL PUEBLO ISRAEL

Moisés, fue el hombre que Dios delegó para una misión especial.

Dios no escogió al jefe de la tribu de Judá como si eso fuera obligatorio debido a la bendición del Reino que Jacob había pronunciado en cuanto a Judá. (Génesis 49:10; 1 Crónicas 5:1, 2) En vez de eso, el Dios Altísimo, con su derecho inherente de selección, escogió a un hombre apto de la tribu de Leví, Moisés el bisnieto de Leví. (Éxodo 6:20; Números 26:58, 59) Cuarenta años antes del fin de los cuatrocientos años, Moisés decidió abandonar la vida en la corte de Faraón de Egipto y decidió correr la suerte de sus hermanos israelitas y se ofreció a ellos como su caudillo para sacarlos de la esclavitud. “Suponía que sus hermanos comprenderían que por su mano Dios les daba salvación, pero ellos no lo comprendieron.” Dios no había enviado entonces a Moisés a librar al pueblo esclavizado. Moisés se vio obligado a huir debido a que Faraón procuró matarlo. Se refugió en la tierra de Madián y se casó y llegó a ser pastor para su suegro.—Éxodo 2:11 a 3:1 inclusive; Hechos 7:23-29.

Pasaron cuarenta años, y Moisés cumplió ochenta años de edad. Entonces, mientras Moisés pastoreaba en la península de Sinaí, el ángel de Dios se le manifestó milagrosamente a Moisés al pie del monte Horeb, a unos trescientos veinte kilómetros al sudeste del canal de Suez de la actualidad. Aquí, en Horeb, Jehová Dios le deletreó Su nombre, por decirlo así, a Moisés, diciendo: “‘YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER.’ . . . Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes.’” (Éxodo 3:2-14) Así, Dios nombró profeta y representante de Él a Moisés, y ahora correctamente se podía llamar a Moisés un “ungido,” o “mesías,” lo mismo que a sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. (Salmo 105:15; Hechos 7:30-35; Hebreos 11:23-26) Jehová indicó que sería en el monte Horeb donde introduciría al pueblo de Moisés en un pacto con Él, porque Jehová dijo que Moisés los sacaría de Egipto y los llevaría a esta montaña, para que Le sirvieran allí.—Éxodo 3:12.

                   

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RUT Y NOHEMI

En la Biblia encontrarás un libro llamado Rut. Es una historia sobre una familia que vivió durante el tiempo en que Israel tuvo jueces. Rut es una joven del país de Moab; no pertenece a Israel, la nación de Dios. Pero cuando Rut aprende acerca del Dios verdadero, Jehová, lo ama mucho. Noemí es una señora mayor que ayudó a Rut a conocer a Jehová.

Noemí es israelita. Ella y su esposo y sus dos hijos se mudaron a la tierra de Moab cuando había poco alimento en Israel. Un día, el esposo de Noemí murió. Después, los hijos de Noemí se casaron con dos moabitas llamadas Rut y Orpa. Unos 10 años después, los dos hijos de Noemí murieron.

Un día Noemí decide volver a su propia gente, un viaje largo. Rut y Orpa quieren estar con ella, y la acompañan también. Pero después de algún tiempo en el camino, Noemí les dice a las jóvenes: ‘Vuélvanse al lugar de donde vinieron y quédense con sus madres.’

Noemí se despide de ellas con un beso. Ellas empiezan a llorar, porque aman mucho a Noemí. Dicen: ‘¡No! Nosotras vamos a ir contigo a tu gente.’ Pero Noemí les responde: ‘Ustedes tienen que regresar, hijas mías. Les irá mejor entre los suyos.’ De manera que Orpa empieza el viaje de regreso al lugar de donde vino. Pero Rut no se va.

Noemí se vuelve a ella y dice: ‘Orpa se ha ido. Vete con ella también.’ Pero Rut contesta: ‘¡No trates de hacer que te deje! Déjame ir contigo. Donde tú vayas, yo iré, y donde vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí me enterrarán.’ Cuando Rut dice esto, Noemí deja de tratar de hacer que regrese. (Rut 1:1 – 4:22)

SAMUEL

Destacado profeta (Hch 3:24; 13:20) al que tradicionalmente se atribuye la escritura de los libros bíblicos de Jueces, Rut y parte de 1 Samuel. (1Sa 10:25; 1Cr 29:29.) Su padre, Elqaná, era un levita de la familia no sacerdotal de Qohat. (1Cr 6:27, 28, 33-38.) Samuel tuvo tres hermanos y dos hermanas carnales. (1Sa 2:21.)

Como Ana había prometido antes de concebir a su hijo que lo daría al servicio de Jehová como nazareo (1Sa 1:11), llevó a Samuel al tabernáculo de Siló una vez destetado (quizás, como mínimo, a la edad de tres años; compárese con 2Cr 31:16), donde lo dejó al cuidado del sumo sacerdote Elí. (1Sa 1:24-28.) Así pues, ceñido con un efod de lino, Samuel ‘ministraba delante de Jehová’ mientras era solo un muchacho. Todos los años su madre le llevaba una vestidura sin mangas nueva cuando lo visitaba. (1Sa 2:18, 19.) A medida que crecía, Samuel se hacía “más agradable, tanto desde el punto de vista de Jehová como del de los hombres”. (1Sa 2:26.)

Llega a ser profeta a una edad temprana. Por la noche Samuel dormía en el “templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios”, y parece ser que su primera asignación por la mañana era abrir “las puertas de la casa de Jehová”. (1Sa 3:3, 15.).