Tercer periodo

JOSUE

Hijo de Nun; efraimita que sirvió a Moisés y más tarde fue nombrado su sucesor. (Éx 33:11; Dt 34:9; Jos 1:1, 2.) Las Escrituras describen a Josué como un caudillo denodado e impávido, convencido de la veracidad de las promesas de Jehová, obediente a la dirección divina y resuelto a servir fielmente a Jehová. Originalmente su nombre era Hosea, pero Moisés le llamó Josué o Jehosúa. (Nú 13:8, 16.) Sin embargo, el registro bíblico no revela exactamente cuándo se le cambió el nombre a Josué.

Servidor de Moisés. Después, en el monte Sinaí, es probable que Josué, como servidor de Moisés, fuese uno de los setenta hombres de mayor edad que tuvieron el privilegio de presenciar una visión magnífica de la gloria de Jehová. Más tarde, acompañó a Moisés parte del camino hacia el monte Sinaí, pero no parece que entrara en la nube, ya que solo se le mandó a Moisés que lo hiciese. (Éx 24:9-18.) Tanto él como Moisés permanecieron en el monte Sinaí cuarenta días y cuarenta noches. Al final de este período, mientras descendía del monte Sinaí con Moisés, Josué tomó por un “ruido de batalla” el canto de Israel relacionado con su adoración idolátrica del becerro. Sin duda compartió la indignación de Moisés cuando vio el becerro de oro y quizás hasta le ayudó a destruirlo. (Éx 32:15-20.)

Al participar en el culto de becerros, los israelitas quebrantaron el pacto solemne que habían hecho con Jehová. Este pudo ser el motivo por el que Moisés sacó su tienda (la “tienda de reunión”) de la zona donde acampaba el pueblo, ya que Jehová todavía no les había perdonado su pecado y por lo tanto ya no estaba en medio de Israel. Quizás para evitar que los israelitas entraran en la tienda de reunión en condición inmunda, Josué permanecía allí cada vez que Moisés iba al campamento israelita. (Éx 33:7-11; 34:9.)  

      

      

SANSON

Uno de los jueces sobresalientes de Israel; hijo de Manóah, un danita de Zorá. Antes de su nacimiento, se le apareció un ángel a su madre y le anunció que tendría un hijo que sería nazareo desde que naciera, y que “[llevaría] la delantera en salvar a Israel de la mano de los filisteos”. (Jue 13:1-5, 24; 16:17.) Como futuro líder en la lucha contra los filisteos, Sansón tendría que estar cerca de los cadáveres de las personas que matase en batalla. Por lo tanto, la mismísima naturaleza de su comisión mostraba que no estaba bajo la ley que prescribía que los nazareos no tocasen cadáveres. (Nú 6:2-9.) También debe notarse que esta ley aplicaba a personas que hacían un voto de nazareato voluntariamente, mientras que a Sansón solo le aplicaban los requisitos que el ángel de Jehová le especificó a su madre.

Cuando ya tenía edad para casarse, pidió a sus padres que le consiguiesen como esposa a cierta mujer filistea de Timnah. Esto estaba en armonía con la dirección del espíritu de Dios, puesto que proporcionaría a Sansón la oportunidad de luchar contra los filisteos. (Jue 13:25–14:4.) Más tarde, cerca de Timnah, un leoncillo crinado se enfrentó a Sansón. Lleno de poder gracias al espíritu de Dios, partió al animal en dos valiéndose solo de sus manos. Luego continuó su camino hacia Timnah, donde habló con la mujer filistea que quería tomar por esposa. (Jue 14:5-7.)

Algún tiempo más tarde, Sansón fue a Timnah acompañado de sus padres para llevarse a su prometida a casa. Mientras iban hacia allí, se desvió del camino para mirar el cadáver del león que había matado anteriormente, y halló dentro un enjambre de abejas y miel. Sansón comió algo de la miel, y cuando volvió a reunirse con sus padres, les ofreció miel a ellos. Durante el banquete de boda propuso un enigma basado en este incidente a 30 compañeros de boda filisteos. Acontecimientos posteriores que surgieron por causa de este enigma dieron a Sansón la oportunidad de matar a 30 filisteos en Asquelón. (Jue 14:8-19.)

Traicionado por Dalila. Después de esto, Sansón se enamoró de Dalila. (Véase DALILA.) Con fines lucrativos, ella trató de descubrir el secreto de la fuerza de Sansón. En tres ocasiones obtuvo respuestas engañosas. No obstante, debido a que le importunaba de manera persistente, Sansón finalmente cedió y le reveló que su fuerza residía en que era nazareo desde su nacimiento. Luego ella se puso en contacto con los filisteos a fin de conseguir la recompensa por entregarles a Sansón. Mientras él dormía sobre sus rodillas, Dalila hizo que le cortasen el cabello. Cuando despertó, ya no tenía el espíritu de Jehová, pues se había colocado en una situación que le había hecho perder su nazareato. La fuente de su fuerza no era el cabello en sí mismo, sino lo que este representaba: su relación especial con Jehová como nazareo, de modo que al haberse roto esa relación, Sansón no era diferente de cualquier otro mortal. Por lo tanto, los filisteos pudieron cegarlo, sujetarlo con grilletes de cobre y ponerlo a trabajar como molendero en la casa de encierro. (Jue 16:4-21.)

DAVID

David fue; pastor, músico, poeta, soldado, hombre de estado, profeta y rey, sobresale entre los personajes de las Escrituras Hebreas. Fue un valiente luchador en el campo de batalla y supo aguantar dificultades. Este caudillo y comandante audaz, que nunca se dejó intimidar, tuvo la suficiente humildad para reconocer sus errores y arrepentirse de sus graves pecados. Además, fue compasivo y misericordioso, amó la verdad y la justicia y, sobre todo, tuvo fe y confianza absolutas en su Dios Jehová.

El linaje de David, descendiente de Boaz y de Rut, provenía de Judá a través de Pérez. (Rut 4:18-22; Mt 1:3-6.) Este hijo de Jesé, el más joven de los ocho hijos varones, también tenía dos hermanas o medio hermanas. (1Sa 16:10, 11; 17:12; 1Cr 2:16.) Uno de los hermanos de David murió sin dejar hijos y por eso no aparece en los registros genealógicos posteriores. (1Cr 2:13-16.) No se da el nombre de la madre de David.

Su juventud. La primera vez que aparece David en el registro bíblico estaba vigilando las ovejas de su padre en un campo próximo a Belén, lo que hace pensar en que fue también en un campo cercano a Belén donde más de un milenio después unos pastores escucharon impresionados el anuncio del ángel de Jehová sobre el nacimiento de Jesús. (Lu 2:8-14.) Samuel, enviado por Dios a la casa de Jesé para ungir a uno de sus hijos como futuro rey, había rechazado a los siete hermanos mayores de David, diciendo: “Jehová no ha escogido a estos”. Por último, se envió a buscar a David, que se hallaba en el campo. Cuando entró —“rubicundo, un joven de hermosos ojos y gallarda apariencia”—, hubo en el ambiente cierta expectativa, porque hasta entonces nadie sabía a qué había ido Samuel. Fue entonces cuando Samuel recibió el siguiente mandato de Jehová: “¡Levántate, úngelo, porque este es!”. De él, precisamente, Jehová dijo: “He hallado a David hijo de Jesé, varón agradable a mi corazón, que hará todas las cosas que yo deseo”. (1Sa 16:1-13; 13:14; Hch 13:22.)

Los años que David pasó como pastorcillo tuvieron una profunda influencia en el resto de su vida. La vida al aire libre le preparó para vivir como fugitivo cuando, más tarde, tuvo que huir de la furia de Saúl. También adquirió destreza en lanzar piedras con la honda, desarrolló aguante y valor, así como una buena disposición para buscar y rescatar a las ovejas que se separaban del rebaño, no dudando en matar a un oso o a un león cuando fue necesario. (1Sa 17:34-36.)

Sin embargo, a pesar de su valor como guerrero, también alcanzó renombre por tocar el arpa y escribir poesía, talentos que quizás cultivó durante las largas horas que pasó cuidando las ovejas. Asimismo, David llegó a ser conocido como diseñador de nuevos instrumentos musicales. (2Cr 7:6; 29:26, 27; Am 6:5.) El amor que David sintió por Jehová elevó sus composiciones muy por encima de un mero entretenimiento, y las convirtió en obras maestras clásicas dedicadas a la adoración y alabanza de Jehová. Los encabezamientos de al menos 73 salmos indican que David fue su compositor; sin embargo, también se le atribuyen otros salmos.